#ElPerúQueQueremos

Matri

Publicado: 2009-12-07

El sábado fui al matri de mi prima para comprobar nuevamente que a la gente le encanta ostentar que tiene mucho dinero y que no le importa despilfarrarlo en una reunión de 200 personas en vez de, como haría yo si algún día me caso, irse de viaje a algún lugar lindo.

La invitación había sido para mi papá, mi mamá y para mí, pero mi papá odia ir a cualquier evento donde mi mamá lo obligue a bailar y socializar, así que no quiso ir. Yo fui porque tengo un vestido que sólo he usado una vez en mi vida y sólo tengo oportunidad de usar en eventos como éste, que para qué, aún no se dan con la frecuencia que se darán dentro de unos seis o siete años (cuando mis amigas comiencen a casarse).

Mi mamá y yo llegamos bien temprano, y comenzamos a rajar de todas las cosas en las que habían reparado las dos familias para la celebración. Detalles que parecían absurdos e innecesarios. Nada más calculando todo lo que habían gastado en la variedad de licores que había en la mesa, para luego calcular el precio de la cena (no buffet, C-E-N-A), y los regalitos que nos dieron, la infame “happy hour” y otros rituales absurdos por los que tienen que pasar los novios, fácil se habían gastado lo que debe valer un viaje en crucero por el mediterráneo.

(…)

Nos sirvieron unas copitas de pisco sour pero mis tías obligaron a todos en la mesa que esperásemos a los novios para brindar, pero cinco minutos después mis primos y yo ya habíamos secado ese pisco sour diminuto y estábamos abriendo el vino. Esperar a los novios debe ser la actividad más aburrida del planeta, sobretodo porque se acostumbra que nos hagan esperar a que lleguen para TODO. No se puede bailar, no se puede tomar, no se puede comer… ¿Se podrá ir al baño? No lo sé, porque no me dieron ganas, pero quizá también había que esperarlos para poder ir juntos o algo así, ¿no?

FINALMENTE llegaron los NOVIOS y tarán tarán, empezó la musiquita típica de la boda (esa que ponen cuando los novios salen de la iglesia), que no se cómo se llamara (¿Marcha Fúnebre n°50?) y todos se pararon a aplaudir a la pareja que hizo su entrada en el salón. Entraron y por fin aparecieron los mozos con el champán para el brindis. Habló la novia, habló el novio, habló el papá de la novia, habló el papá del novio… no sé, ¿Por qué no invitamos también a los tíos, los primos, los sobrinos, el guachimán? Seguro también tienen algo que decir… Luego de casi como 15 minutos de expresiones de afecto, amor y porque no, algunas amenazas caleta de parte de mi tío (el padre de la novia) que dicho sea de paso es militar, hicimos el maldito brindis, salud y felicidad para los novios.

Después de eso, empezó el baile del Danubio azul, y bailaron los novios, luego la novia con su papá, luego el novio con su mamá, luego la novia con el papá del novio, y el novio con la mamá de la novia y bueno… Eso duró más o menos una hora, hasta que finalmente pasaron a actividades más “divertidas” como quitarle la liga a la novia y claro, el lanzamiento del bouquet.

Aquí entro yo, hasta ahora actriz secundaria de esta mini serie de seis horas de duración. Llamaron a las solteras, y claro mientras yo iba por mi segunda copa de vino, mi mamá me mandó un codazo para que saliera y a ella se unieron mis tías que me hicieron cargamontón. Salí y era la única que había caminado al medio, por lo que ya comenzaba a sentirme medio ridícula, hasta que finalmente vinieron las demás chicas, primas, damas de honor y algunas otras chicas que creo que eran de la otra familia, la del novio porque no las reconocí.

La novia se alistó para lanzar el bouquet y antes de hacerlo se volteó para ver donde estábamos paradas. Se hizo señas con algunas de las damas de honor (supongo que pretendía lanzárselo a ellas), lo que a mi me interesaba un bledo, porque no tenía intención de sacarme el bouquet. El animador (sí, había un animador) comenzaba a anunciar “Señoritas, por favor acérquense, yo tengo buen tino para estas cosas, y la que no se acerque pues… bueno, nada más les digo que yo tengo tino para estas cosas”. Se, se, se…

Contrario a lo que pensarán, el ramillete no me chocó en la cara para luego caer en brazos de otra chica. Más bien, rebotó en varias manos, mientras se oían grititos de desesperación por aquellas que trataban de tomarlo. Lo que pudo haber sido un momento “Bridget Jones” resultó ser una sorpresa, sobretodo  para mí. El ramillete rebotó un rato hasta que en una de esas, pasa volando por mi cara, así que alcé mis manos y lo agarré.

Sí señores, AGARRÉ EL BOUQUET. 

Aplausos, aplausos. Pusieron “We are the champions” de Queen en el altoparlante, hice una venía al público y un par de señas obscenas a mis competidoras...

No, en verdad no hice nada. Simplemente me quedé con el ramo en las manos y el animador vino a decirme “Felicitaciones, señorita. Le dije que yo tengo buen tino para estas cosas”. Se, se, se… Yo me alcé de hombros y aproveché para sacarme una foto con mi prima y felicitarla, por supuesto.

De regreso a mi mesa aproveché para divisar a otros primos (más de mi edad, no los que estaban en mi mesa que tienen treinta y vinieron con sus esposas) en una mesa y me pregunté porque rayos no me pusieron con ellos en primer lugar. Después que sirvieron la cena empezó el baile. Tocaron todos lo éxitos del Grupo 5, Hermanos Yaipén y etcéteras y aunque no me gusta esa música igual al bailo, y esperaba que algunos de mis primos me sacara a bailar, pero eso no pasó hasta muy avanzada la noche. La que sí bailó bastante fue mi mamá, que tuvo mejor suerte con sus primos (mis tíos) que yo con los míos. So weird.

En fin, esperé y esperé, porque encima la mesa donde estábamos estaba bien alejada de la de ellos. Traté de pasarles la voz, pero vi que estaban más interesados en sacar a unas chicas que habían venido vestidas todas del mismo tono: turquesa putesco. Sí, putesco.

No sé si eran de la otra familia o primas mías también. Las zorritas de turquesa (eran tres) pasaban a mi lado agitadas por el baile, riéndose y conversando entre ellas y yo pensaba: Y a mi qué, igual yo saqué el bouquet, yo me voy a casar, ustedes se quedarán solteronas MUA JA JA.

Pero igual me aburría…

Al final uno de mis primos me divisó en la mesa y me sacó de mi miseria. Justo salimos a bailar para el happy hour. Apagaron las luces y vinieron unos arlequines a ponernos sombreritos y lanzarnos pica pica. Divisé a un lado a las zorritas de turquesa con los primos que nunca vinieron a sacarme a bailar y me porté como si me estuvieran sacando la vuelta con otra. Ni siquiera los miré para saludarlos. Luego me sentí idiota. “Son tus primos, Carolina, son TUS PRIMOS”. OK, luego de ese lapsus los saludé y arlequines por aquí, pica pica por allá. Pasaron dos canciones más y pusieron reguetón y las zorritas de turquesa se volvieron locas.

Perreaban MAL, como si estuvieran con cualquier fulano en una discoteca. Perdón pero eso es demasiado para mi: Acá todos estamos emparentados de una u otra forma, sanguínea o política, como sea… igual TODOS SOMOS PRIMOS. ¿Qué es eso de estar perreando con tu primo? No pues…  Dos horas después odié haber ido en taco 9 y pensé que para estos eventos deberían tener una silla de ruedas, just in case, para no tener que caminar hasta la entrada a tomar el taxi.

No me divertí a mil, pero bueno, considerando que la última vez que asistí a un matrimonio familiar fue cuando tenía once años y me obligaron a bailar con el novio que ni siquiera me caía bien, creo que la pasé bien.

Igual, cuando yo me case (porque ya me saqué el bouquet, no se olviden, y según el animador, él tiene buen tino para esas cosas), voy ha hacer una ceremonia civil de lo más tranquila y después de eso me voy de viaje a Venecia, Grecia o La India una semana. HE DICHO.


Escrito por


Publicado en

I'm a Bitch

alpinchista por vocación